UN PUEBLITO COLOR TIERRA
Por Silvia SacchieroTodo comenzó un luminoso y frío día Mayo, allá arriba, a 4000 metros de altura, en un pueblito andino de la Provincia de Salta. San Antonio de los Cobres. Un lugar donde todo tiene el color del viento y de la tierra suspendida en el aire...Las calles, las casas de adobe, la gente. No hay verde de árboles, ni flores, ni pájaros. Todo es color tierra. El clima es duro, y la vida allí también. Reina el silencio en sus callecitas desoladas.
Pero hay un breve espacio de tiempo en que ese escenario se transforma. El esperado día sábado, con la llegada del Tren a las Nubes.
Es entonces cuando todo cobra vida. La pequeña estación se puebla de callados y hábiles artesanos que ofrecen tímida-
mente sus apreciados objetos, a los cientos de turistas que en diversos idiomas, como en una Torre de Babel, preguntan, se interesan y compran esos curiosos cacharros, que al regresar de su viaje dejarán olvidados en algún rincón de sus casas. Y también los más pequeños, sucios y descalzos, regalan pedacitos de piedra con el objeto de recibir unas monedas a cambio. Sí, son muy pobres. Y contrastan crudamente con los afortunados pasajeros del tren.
Y entre todos esos niños...una niña...que tal vez por algo estaba allí. En esa estación. En ese día y en ese lugar. Se acercó a mi...pero no tenía nada para vender. Ni medias de lana de llama...ni cacharritos...ni siquiera piedritas para regalar...Pero algo tenía que me retuvo. No sé qué...Tal vez su mirada dulce y desvalida...Le pregunté su nombre. Elina Soriano, me dijo. Y mi hermanito Blas. Aparentaba sólo 9 ó 10 años. El tren ya hacía sonar su silbato llamando a los demorados pasajeros. Entonces me dijo, al ver que me iba, "No tenés nada tuyo para dejarme de recuerdo?”. Se me apretó el corazón. Y con mucha pena comprobé que ya no tenía nada para darle, pues había repartido todas mis monedas y gastado mi dinero comprando, como todos los demás, un poco de todo. Entonces, apurando el paso para subir al tren, le dejé una promesa. Yo te voy a escribir una carta...Y vos, me vas a contestar?. Sii!!, me respondió muy felíz, "Yo te voy a contestar y vamos a ser amigas!!". Subí al tren con los ojos llenos de lágrimas, al ver tanta pobreza, tantos chicos descalzos y sin abrigo... Y en ese momento sentí que tenía que hacer algo más que solo conmoverme.
Lo demás ya lo conocen. Y así con la generosa ayuda de todos ustedes estamos dándole forma a nuestra Red Solidaria.
Y como podrán imaginar, se cumplió el deseo de aquella chiquita salteña. Le escribí...y me contestó!. Y en cada envío para las escuelitas de la precordillera, hay siempre, en primer lugar, una encomienda para Elina Soriano. Porque fue ella la que nos dió la posibilidad, tanto a ustedes como a mí, de poder brindarnos, y canalizar de una manera u otra, los buenos sentimientos que todos tenemos, pero que muchas veces no sabemos ni como ni donde volcar